[Iconografía: 2. El Río] por David Villagrán.

[Iconografía: 2. El Río] Mahabharata, Adhi Parva. II.






Impulsadas por un corazón invisible las aguas del río siguen su curso. Son los años declinando con premura, punto por punto como si de hilvanar nada se trenzaran fibras que desfallecen cubriendo la tierra. Todo vuelve a partir en el corazón del rey Santanu con una lentitud que se repite hasta decir siempre: "Siempre estaba cazando a orillas del Ganges pues allí un día encontró la felicidad."


A lo largo de la orilla un día su mirada cerca tuvo una visión: un lecho quieto, el río que no fluía. Todo el asunto descansaba en sus ojos y en el recuerdo de lo que ante ellos, un lejano día tuvo. Pleno de curiosidad crecieron sus pasos durante un largo instante en la dirección que las aguas carecían. Vio entonces una hilera de flechas que habían sido clavadas juntas, de tal forma que ni una sola gota de agua podía avanzar entre ellas. Otra cosa seguidamente le detuvo: Ganga apareció a su lado.

Ante aquel repentino embalse que se había producido en el río, pudo contemplar sus ojos grandes y lustrosos, sorprendido. De pie a su lado ella le regaló una dulce y serena sonrisa; el rey desbordado, mirándola con los ojos llenos de lágrimas le dijo:

—Ganga, por fin te has compadecido de mí, todos estos años han pasado en vano atravesándome la soledad. Te quiero y ya no podría vivir lejos de ti o sin ti, por favor regresa. Sé que me has perdonado, corramos juntos a la ciudad, vivamos felices nuevamente.

Extraña sonrisa en sus labios ella dibujó uniendo pena y alegría, feliz y triste a un tiempo. Ganga entonces le dijo:

—Mi señor, todo esto está ya en el pasado, aunque sea tonto pedirle al sol que regrese al mediodía cuando se posa en los atardeceres. Por supuesto que el sol volverá, sólo para traer un nuevo día. Nadie puede retroceder ni un solo momento. Olvidemos esto de una vez y permíteme decirte porqué he venido. ¿Ves el río detenido?

—Si —le contestó el rey—, eso fue lo que me detuvo antes a tu lado. Pero dime, ¿quién es el que te está deteniendo embalsada a ti, quien toda la riqueza de mi amor no puede detener?...

Hubo un enorme silencio. Las aguas nunca permanecen quietas; es su silencio, siempre a espaldas del brillo del sol en su lecho, y al fondo del cauce hecho marea, quien urde todo en corriente. Allí, las formas de una gran danza penetran la madera del embalse, y realizan la mesura del instante que hiere a la flecha al momento de su despegue, justo cuando un rayo del sol envuelve ya el punto donde su cabeza ha de reclinarse, y donde todo se cubre de siempre.

Es entonces que sigue el estruendo:

—¡Madre! ¡Madre! ¡Yo contuve el río! ¡Una vez más he conseguido hacerlo!

"Era el rugir de las aguas del río, cuyo curso ya había sido liberado del embalse. Desde la distancia se les acercaba a toda velocidad un muchacho: un bello joven, cuyo noble rostro brillaba con gran energía.

Ganga, mirando al rey que estaba totalmente asombrado, le dijo:

—¡Es tu hijo!—

Luego se volvió al joven y le dijo:

—Devavrata, este es tu padre, salúdale.

Santanu extendió sus brazos hacia su hijo y le abrazó. Ganga dijo:

—Esta es la razón de mi venida. Te he traído a tu hijo, llévatelo contigo, él alegrará tu vida. Conoce todas las artes que un Kshatrya debe conocer. Vasishtha ha sido su guru. De él ha aprendido los Vedas y los Vedangas. De Brihaspati, el guru divino, ha aprendido la ciencia de la política. Y condescendiendo a mi ruego, Bhagarva, el enemigo de los Kshatryas, le ha enseñado el arte de manejar el arco. Mi hijo es ahora un maestro en todas las artes. Le he preparado para que sea un digno heredero del trono de los Pauravas. Aquí te entrego a este héroe. Llévale a la casa de los héroes. —Y Ganga desapareció.

El rey emprendió camino de vuelta hacia el palacio tal y como lo había hecho años atrás. Pero esta vez no regresaba solo. Su hijo, el hijo de Ganga, estaba a su lado. Santanu estaba orgulloso de su apuesto hijo, digno de ser la única obsesión del rey que durante tanto tiempo había estado en soledad. Juntos, hijo y padre, galoparon hacia Hastinapura."

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